Nos gustaría tratar en este Post el tema de la
Protección de Datos, es algo que es complicado de entender para todos, nosotros incluidos, pero creemos importante tratarlo desde una
óptica de pensamiento crítico en el contexto actual. Desde hace años vemos que se suceden Leyes de Protección de Datos, supuestamente mejores, pero la situación general de spam y de llamadas publicitarias, así como nuestra ignorancia sobre qué se hace con nuestros datos personales, sigue siendo igual o peor.
Nos resulta curioso el propio nombre de la
Ley de Protección de Datos
porque sugiere una seguridad sobre ellos, casi como si estuviesen bunkerizados. Sin embargo, resulta que podemos hacer
excepciones
y podemos decirle a una empresa, vale acepto tus condiciones (unas 23 ó más páginas que nadie lee) en detrimento de la
seguridad
de mis comunicaciones y accedo a que mi aparato electrónico, por ejemplo, sea un libro abierto y dispuesto para ti, para tu uso y explotación económica.
Esto, es extraño, ¿no creen?
Haciendo un
paralelismo
sería como si un empresario pudiese saltarse la ley del salario mínimo, si el trabajador accediese a firmar que está de acuerdo con las condiciones… ¿les parecería razonable? Evidentemente no, entonces
¿de verdad se están protegiendo nuestros datos correctamente?
La respuesta es otra vez evidente, no, en absoluto. Una ley que protegiese nuestros datos no permitiría que empresas se lucren y accedan a nuestros datos para finalidades que desconocemos. Esto para algunos puede parecer un tanto conspiranoico, ¿eso creen?
Les dejo el siguiente video, muy interesante, de fecha 2015 de la empresa Tedx Madrid,
para que lo vean y después continuamos.
2. El siguiente punto de encuentro entre administraciones públicas y empresas tecnológicas debió ser el
Control de los Datos Personales,
y el negocio de su Venta para fines varios. Gracias a esta Huella Digital que vamos creando todos y a su uso publicitario por parte de las empresas,
los gobiernos han recuperado el poder sobre los datos de las comunicaciones de los usuarios, tal y como era cuando las empresas telefónicas eran públicas, pero
increíblemente mejorado, ya que la capacidad de recoger datos es mucho mayor actualmente.
Es cierto que
de vez en cuando
salen noticias de que
multan a alguna empresa
por, por ejemplo, no cumplir directrices de alguna ley de protección de datos, o no cumplir con criterios de libre competencia o actitudes monopolísticas, pero claro,
siempre llegan tarde,
una vez usados nuestros datos. Les hacen pagar a la empresa infractora una multa, que no sabemos si esa multa es mucho o poco en relación al uso y beneficio que han conseguido. Y
tampoco se nos devuelve nada a los usuarios
objeto del mal uso de nuestra información u objeto de prácticas monopolísticas, por lo que todo queda finalmente entre la empresa y el gobierno. Si fuese malpensado podría decir recogen su parte del botín, ya que
nadie nos puede asegurar que no sea un pago por haber hecho la vista gorda previamente, y en definitiva permitir estos abusos.
En este punto es cuando creemos que este año
2021 debería ser el
año de nuestra respuesta como consumidores, en defensa del pequeño comercio, de los autónomos y de nosotros mismos como personas, porque está habiendo una lucha desigual.
Como consumidores podemos elegir con un criterio más acertado lo que consumimos, lo que no, y por qué. Y esto debe ser algo que deberíamos valorar personalmente, porque
tal vez estemos donde estemos, en parte, porque el “Monstruo” ha ido creciendo en los últimos años, lo hemos ido alimentando, sin ser conscientes de que crecía, y tal vez nos explote un día en la cara, o tal vez ya esté pasando.
Hace muy poco se han escuchado
voces que afirman que un Euro electrónico se va a fraguar de aquí a 5 años. Esto es
más de lo mismo, pero peor, en el momento de que el dinero sea digital,
una persona podría ser anulada completamente de la sociedad de forma arbitraria, por lo que también es importante dilucidar qué cambios reducen nuestros derechos, y si personalmente, como consumidor puedo actuar de un modo coherente con mi deseo de un presente y futuro libre para mí y para las generaciones venideras.
Volviendo al “Mostruo”, tal vez empezó contento y agradecido con tener algo de información, posteriormente quiso tener más información, de todos los sitios posibles e imaginables (smartphones, tablets, televisión digital, consolas de videojuegos, videojuegos online gratuitos, monopatines, aspiradores, y hasta juguetes sexuales…), y
se la dimos, y ahora su voracidad ha aumentado y se preocupa por qué hacemos cuando no estamos conectados, y para eso nada mejor que encerrar a la gente en sus casas y que consuman más y más mediante sus diferentes dispositivos electrónicos alimentando esa huella digital.
Si cambiamos esta inercia a la que nos llevan,
seguramente podamos modificar o
ayudar a conseguir que se empiecen a
respetar nuestros datos, derechos fundamentales y libertad de expresión. Está en
nuestra mano y se debería hacer individualmente, y también requerir a quien corresponda,
que se protejan nuestros datos no sólo individuales sino colectivos de modo
que no se mercadee con ellos, ni se usen para fines que desconocemos.
Es curioso también como
acaban de bajar el límite de pagos en efectivo de los 2.500 € a los 1.000 € en España. Como podéis observar también se está legislando contra los pagos en efectivo, lo que potencia el comercio electrónico. Seguro que
seguirán bajando este límite si no hacemos nada. Respecto a esto, y ya sabiendo quien se beneficia de un pago electrónico, podemos
como consumidores y usuarios tratar de potenciar el hábito de hacer pagos en efectivo (dentro de los límites que marca la ley, claro), de este modo haremos que el vendedor tenga la mayor parte de su beneficio y prolongar el uso del cash, ya que todavía salvo excepciones, nadie hace ascos al dinero en efectivo…
en último término siempre
podemos no usar o usar menos, comercios o servicios que no admitan el pago en efectivo, o potenciar a los que si lo admitan.
Por otro lado,
a nivel personal, también podemos hacer uso de nuestro derecho como consumidores en otros ámbitos: podemos seleccionar no estar siempre con los datos del móvil conectados, o instalar un teléfono fijo y no usar el móvil en casa ¿Realmente es tan importante todo lo que llega a nuestros móviles? Esta hiperconectividad es muy adictiva, pero si la analizas el
90 % de las cosas para la que las usas, son
tonterías recreativas prescindibles, y un 10 % asuntos de verdad interesantes y constructivos. Si alguien quiere contactar conmigo, puede enviarme un mensaje, si no contesto me llamará al móvil, y si lo tengo apagado, me llamará al teléfono fijo. Y si no quiere pagar una llamada, realmente no será tan importante el asunto por el que contacta.
Creemos que es un
buen hábito tener tus horas de desconexión, apagar el móvil, si es posible, por las noches, o al menos los datos. Y no sólo nos referimos sólo a la noche sino a volver a tener momentos en los que no nos interrumpa un nuevo mensaje o correo que entra. Hoy en día si se fijan,
con la llegada de los smartphones nuestra dinámica de lectura, comprensión y análisis ha cambiado, todo va más rápido, las noticias se suceden una tras otras y
consumimos muchas cosas pequeñitas con muy poco contenido, y esto nos va llevando a
una inercia
que hay que admitirlo, engancha. Nadie habla de la adicción a los smartphones y pantallas pero es evidente que existe y que es mayoritaria actualmente en la sociedad.
Este no parar de noticias y mensajes de redes sociales, grupos y canales de Messenger, etc.
está acostumbrando a nuestros cerebros a tener una descarga casi continua de
información muy pequeña de uso rápido, y seguir y seguir,
no hay tiempo para una reflexión, o para un
contenido más denso. Esto nos tiene muy entretenidos
pero puede que esté afectando a nuestro discernimiento y nuestra capacidad para ver desde una óptica amplia y clara las cosas,
además de hacernos adictos a su producto de consumo. De hecho, habría que preguntarse ahora que tenemos más retrospectiva,
por qué los Tecnólogos de Silicon Valley no quieren que sus propios hijos no usen los dispositivos que nos venden, tal y como aparece en
esta noticia de The New York Times de fecha octubre de 2018.